miércoles, 18 de julio de 2012

Una sublevación militar con ayuda fascista.



Una sublevación militar con ayuda fascista.

El 1 de julio de 1936, el Gobierno de Mussolini firmó cuatro contratos por los que se comprometía a suministrar aviones y armas a los insurgentes españoles. Faltaban diecisiete días para la rebelión.

Es el momento de dar a conocer algunos pormenores que rodearon el “18 de Julio”. No gustarán a franquistas, neofranquistas, conservadores y neoconservadores. Menos aun a los “historiadores patrióticos”. Hay que reescribir un pelín la conspiración, los antecedentes del golpe y revalorizar, sobre todo, la conexión fascista.
Hechos.
a) El 1º de julio de 1936 se firmaron en Roma cuatro contratos. Detallaban el material que los italianos se comprometieron a suministrar a los futuros insurgentes. El primero fue el más importante: recayó sobre 12 aviones Savoia-Marchetti 81, bombas, carburantes y productos varios de aviación. Ascendió a 16.246.750,55 liras. Los aviones constituían la parte del león (14.400.000 liras). El lote debía entregarse en el mes de julio.
b) Los otros contratos abarcaron aviones, explosivos, municionamiento y diversos materiales, extremadamente detallados en larguísimos anexos. Debían entregarse antes de finales de agosto. Lo más significativo fueron los primeros: 24 Fiat CR 32, los famosos chirris; 3 hidroaviones de caza Macchi 41 y otros 3 SM 81.
c) El importe de los cuatro contratos ascendió a 39,3 millones de liras. Los precios se especificaron pormenorizadamente. Aplicando los tipos de cambio utilizados en uno de los pagos parciales, ello equivalía a 615.987 libras esterlinas, de las cuales 362.915 correspondían a los 42 aviones. Expresado en pesetas de la época los compromisos representaban unos 22.5 millones. Hoy, aplicando la fórmula utilizada por el profesor José Ángel Sánchez Asiaín, los suministros contratados supondrían al menos 337 millones de euros.
Implicaciones. La determinación del material y de sus precios tuvo que llevar tiempo. Los contactos operativos que desembocaron en los contratos debieron establecerse tras las elecciones de febrero de 1936. No había motivo para hacerlo antes. Probablemente, y como es habitual, en las negociaciones habría un toma y daca. Tuvieron lugar en Roma. Los nombres de los negociadores son desconocidos, pero entre ellos hubo aviadores italianos y probablemente españoles.
Mussolini entendió su apoyo en una clave ofensiva contra la República que databa, según Heiberg, de 1931. Esto revela el carácter agresivo de su política exterior. Acababa de demostrarla con éxito en Abisinia. Una España amiga le permitiría, por su posición geoestratégica, aspirar a la hegemonía en el Mediterráneo occidental. El Duce, que ya se aproximaba velozmente a Hitler, se disponía a sentar las bases para agredir, en su momento, a las decadentes democracias. Las elucubraciones de historiadores como Renzo de Felice y sus numerosos seguidores, que la caracterizaron de “oportunista”, deben descartarse. Los contratos dan la razón, por el contrario, a las interpretaciones de Mauro Canali, Lucio Ceva, John Gooch, Morten Heiberg, MacGregor Knox, Robert Mallet o Brian Sullivan. (El lector no encontrará demasiadas referencias a estos autores entre nuestros historiadores “patrióticos”).
Del lado español, es obvio que los conspiradores no retrocedían ante una guerra. La composición de los 42 aviones contratados, en general muy superiores a la aviación gubernamental, permitía combinar tres tipos de operaciones: de bombardeo, de transporte y de caza. También proteger ciertos territorios. Nos inclinamos a pensar que se trataba de las Baleares. Actividades, no es necesario subrayarlo, que eran estrictamente bélicas.
¿Quiénes lograron tan significativo éxito? Podemos eliminar a los falangistas (hiperexaltados en cierta literatura). También a los políticos de la CEDA (que se concentraron en otras actividades como las de excitar a la opinión pública y, en frase inmortal de Gil Robles, “desgastar a las izquierdas”). Sabemos que no fueron los carlistas. ¿Quiénes quedan? Algunos militares, que aportarían su know-how técnico, y sobre todo los monárquicos: la gente de Renovación Española y del Bloque Nacional. Con nombres y apellidos: Joaquín Calvo Sotelo, Antonio Goicoechea, Pedro Sainz Rodríguez. Los que gravitaban en torno a la revista Acción Española. Quienes predicaban la “contrarrevolución” y se preparaban para la guerra pura y dura. Los que durante años habían amamantado cuidadosamente los contactos con los italianos. Quienes no temían adentrarse por la vía fascista, como anunció orgullosamente Calvo Sotelo el 14 de junio en las Cortes. Precisamente cuando Goicoechea escribió a Mussolini pidiendo dinero. Por si las moscas.
Podemos tranquilamente dejar de lado a Luis Antonio Bolín y sus omnipresentes mentiras. Al igual que en la operación del Dragon Rapide, se autopresentó como un superman. Él solito habría detonado la ayuda italiana, camelo que se ha creído más de algún autor. Hasta ahora.
La realidad no fue la prevista. Los planes monárquicos se cumplieron en lo instrumental. Tan pronto como Goicoechea y Sainz Rodríguez se desplazaron a Roma el 24 de julio despejaron las incógnitas que habían hecho dudar a Mussolini durante varios días. Sus espías militares le habían informado desde Tánger que el golpe se hacía bajo la dirección de un desconocido general, Francisco Franco. ¡Pero nadie había negociado por Franco en Roma! Aclarada la cuestión, los 12 SM prometidos emprendieron raudos el vuelo hacia Marruecos, más fácil de alcanzar que Burgos. Aterrizaron solo 9. Mussolini cumplió a rajatabla y en plazo el primer contrato. También cumplió los otros, adaptándolos a las nuevas circunstancias de guerra.
¿Y Mola? Atascado en Burgos y desesperado. Las cosas no le habían salido como había previsto. No avanzaba hacia Madrid. Necesitaba aviones. Afirmó (en contra de la máxima de que a nadie le desagrada una perita en dulce) que no era para ganar la superioridad aérea. Lo que quería era aviones para apoyar las tropas de tierra, que podrían desmoralizarse fácilmente en cuanto se las bombardease, aunque fuera con bombitas. El conde de los Andes salió disparado a Roma a convencer a los italianos.
Este episodio no es anecdótico. Le otorgamos un interés relevante. Mola estaba dispuesto a adquirir aviones a cualquier precio. Tal era el inequívoco mensaje. Los italianos lo entendieron y cumplieron a rajatabla su deseo. No gustará a los historiadores neofranquistas que comparemos los precios de los aviones contratados el 1º de julio de 1936 con los suministrados al simpar Caudillo a lo largo de la guerra. Muestran un notable aumento. Los SM pasaron de 1,2 millones de liras por unidad a un máximo de 2 millones, con precios intermedios entre 1,35 y 0,954 millones según los niveles de equipamiento. Los chirris, valorados en los contratos a 175.000 liras (9 lo fueron a 250.000 porque tendrían un equipo superior), ascendieron hasta 664.000. Y ¿qué hizo Franco? Tragárselos. Como también se tragó los sobreprecios cargados por los nazis, siempre tan pulcros y aseados. (El lector debe saber que este reproche del trágala lo hacen algunos autores a los republicanos en relación con los precios soviéticos, aunque ninguno de ellos ha querido advertir que estuvieron en línea con los cargados a Franco, a pesar de partir de supuestos de atribución de costos de producción radicalmente diferentes).
Con la muerte violenta del “proto-mártir” Calvo Sotelo, el accidente mortal de Sanjurjo, el estancamiento de Mola y el fulgurante ascenso de Franco, supuesto general monárquico, los planes restauradores de Renovación Española y del Bloque Nacional no fructificaron. Se contentaron con lo que, en el fondo, más les importaba: anular las reformas económicas, sociales, educativas, políticas y culturales republicanas. Ni siquiera fueron capaces de reconocer su mayor logro: el haber apalabrado la ayuda fascista antes del 18 de julio. Si Alfonso XIII, en Roma, había estado al corriente de las negociaciones, lo cual es verosímil, tampoco dijo ni pío. Algunos, eso sí, maldijeron de Franco de puertas adentro. A Goicoechea Franco le compró con la suculenta prebenda de gobernador del Banco de España. Sainz Rodríguez, ministro de Educación Nacional, echó la vista hacia la España católica, imperial y sobre todo reaccionaria como modelo a emular.
Las interpretaciones propaladas en general por los republicanos (que presentan la sublevación un golpe militar fascista o la guerra civil como una de defensa contra el fascismo) se aproximan más a la realidad documentable que las de la derecha (un golpe para impedir que España cayera en los abismos del comunismo). Todavía algunos de sus prohombres continúan creyendo tal camelo.
Coda. Se ha defendido la no desclasificación de millares de documentos militares entre otras razones para no “perjudicar” las relaciones diplomáticas. Desvelar la fría agresión italiana, que es lo peor que un país puede hacer a otro, no dañará las relaciones con Italia. Un Gobierno temeroso del pasado y que tampoco se fía de sus ciudadanos da que pensar. En la Unión Europea, tras tantos años, España vuelve a ser diferente.

Ángel Viñas es historiador y catedrático emérito de la Universidad Complutense de Madrid. Este artículo adelanta  una investigación en curso.

martes, 17 de julio de 2012

LA NECESIDAD DE LA MEMORIA





Hoy es 17 de julio, hace 76 años que tal día como hoy, comenzó en Melilla, la cruenta sublevación militar franquista contra el gobierno legítimo de la II República. La hija de Virgilio Leret publica a media página esta esquela en el diario EL PAÍS, en memoria de su padre y de todas las víctimas del franquismo. Sin memoria, no puede haber justicia.

España comenzó los años treinta con una República, con una esperanza y acabó en 1939, sumida en una dictadura de corte totalitaria y fascista.  Luego, la larga dictadura de Franco, que mató, encarceló, torturó y humilló hasta el final, durante cuatro décadas, a los vencidos, resistentes y disidentes, culpó siempre a la República y a sus principales protagonistas de haber causado la guerra, manchó su memoria y con ese recuerdo negativo crecieron millones de españoles en los centros de enseñanza. Nada hizo la transición a la democracia por recuperar el lado más positivo del II República, el de sus leyes, sus reformas, sus sueños y esperanzas, metiendo en un mismo saco a la República, la guerra y la dictadura, como un pasado trágico que convenía olvidar.
En los últimos años ha salido a la luz la memoria de los vencidos, de las víctimas del franquismo, gracias en gran parte a la sociedad civil, al movimiento memorialista que a fuerza de constancia, hemos logrado poner en la agenda política, el problema del olvido y de la memoria. Pero, aún hoy, casi nadie desde los poderes de la democracia actual, se atreve a defender claramente a la II República. Casi nadie recuerda a sus dirigentes: alcaldes, concejales, ministros,  a quienes presidieron sus instituciones, hicieron sus leyes, etc…, muertos la mayoría de ellos por la brutal represión y otros muchos olvidados también en el exilio. Y sin embargo, todavía desgraciadamente, están con nosotros algunos de los  nombres de las calles, monumentos, símbolos y ritos del franquismo. Es el momento de cambiar eso, de devolver la dignidad a quienes defendieron la democracia y la libertad con la palabra y la ley. Hasta que un golpe de Estado les obligó a hacerlo por las armas.

“LAS RAPADAS”




“LAS RAPADAS. El franquismo contra la mujer”. Autor: Enrique González Duro, psiquiatra. Editorial Siglo XXI. Son pocos los libros que han mostrado la represión ejercida sobre las mujeres republicanas. Ellas fueron víctimas de abusos institucionalizados y sistemáticos que tenían como objetivo demonizar el estereotipo de feminidad que había comenzado a extenderse durante la Segunda República –que permitía un cierto escape respecto a la rigidez previa y, aun más, respecto a la que vino después.
Mientras que ellos habían caído en el frente, habían sido ejecutados o huían ante la llegada de los sublevados, ellas permanecían en los pueblos, a cargo de sus familias, en miseria, y eran, muchas de las veces, juzgadas en tribunales militares en los que se decidía qué mujeres debían ser vejadas y marcadas por haber contribuido al derrumbe de la moral. Así se extendió el corte de pelo al rape y la ingesta de aceite de ricino para provocarles diarreas y pasearlas por las principales calles de las poblaciones «liberadas», acompañadas por bandas de música. No se trataba tanto de apartar o perseguir al enemigo, sino, más bien, de exhibir a una especie de «deformidad» generada en la República. Era algo más que un abuso ejercido sobre las mujeres, fue un ataque a un modelo de mujer libre e independiente.
Publicamos hoy en nuestro blog para no olvidar lo que nos ocurrió un 18 de julio un fragmento de una entrevista a  Enrique González Duro, psiquiatra y autor de “Las rapadas. El franquismo contra la mujer”, que nos recuerda una vez más, la importancia de la memoria y la necesidad de NUNCA olvidar nuestra historia inmediata.

P.- ¿Qué le llevó a usted a interesarse por la historia de la guerra y en particular por la historia de las mujeres republicanas?
E. G. Es importante saber quién eres y de dónde vienes para poder decidir a donde vas. Mi padre, que también era médico y un hombre de derechas, trabajó en la posguerra en el puesto de médico de la cárcel de Jaén durante un año. La mayoría de los presos políticos que llegaban al centro habían sido torturados y mi padre daba parte de la situación en que los encontraba. Por ese motivo le amenazaron desde el Gobierno Civil y le echaron. El silencio era obligatorio en la derecha y en la izquierda. Nada que fuera mínimamente crítico se podía siquiera mencionar. En el año 47, siendo yo un niño, presencié un desfile de mujeres republicanas rapadas por las calles de Jaén. Iban sucias y cagadas porque antes también las habían obligado a ingerir aceite de ricino para que se descompusieran. Les hacían fotos que ponían en las peluquerías y bares. Para las víctimas aquello era peor que una violación. Su escarnio era un espectáculo público. Yo preguntaba sobre aquello y nadie me respondía. Luego, todo el mundo lo olvidó, pero quienes olvidan su historia inmediata para “no meterse en líos”, suelen acabar repitiéndola de alguna manera.
P.- Toda una generación de mujeres con aspiraciones de ser libres que habían luchado en la guerra del lado republicano quedó aislada, primero con la guerra, luego con la dura represión y después con los cuarenta años de silencio. ¿Cómo nos ha condicionado esa situación a las nuevas generaciones de mujeres españolas? ¿Y a los varones?

E.G. Esa represión ha condicionado a varias generaciones de mujeres y hombres y hoy continúa latente. Siempre han acusado a estas mujeres libres de ser las causantes de la destrucción de la familia. De lo que ellos entienden por familia. Desean una mujer sumisa que se someta, que se sacrifique. Son representaciones mentales que tiene hasta mucha gente de izquierdas.
P.- El franquismo ejerció una violencia extrema contra las mujeres republicanas, en particular, pero también una represión feroz sobre las mujeres que deseaban ser independientes, en general. ¿Qué explicación psicológica tiene ese abuso institucionalizado del franquismo contra la mujer?
E. G. Las mujeres independientes simbolizaban lo que ellos odiaban más por sus propios complejos. Les resultaban muy amenazantes. Había que darles un buen escarmiento porque creían que una mujer que vive a su libre albedrío se convierte en puta. Demonizaron a las milicianas y también persiguieron a las enfermeras que fueron sustituidas mayoritariamente por monjas. Para ellos el único destino posible de la mujer era ser madre. Obligaron a varias generaciones de mujeres a interiorizar que eran menos inteligentes y capaces que el hombre. No sirvió. Con la llegada en el año 66 de los anticonceptivos comenzó la revolución femenina y fue imparable: la mujer por fin tuvo la posibilidad de decidir cuándo tener descendencia. El sexo ya no tenía por qué ir unido al temor de un embarazo no deseado. El discurso de las feministas, a las que tanto se ha ridiculizado, es seguramente el que más ha calado en nuestra sociedad. Desde entonces, las chicas españolas han evolucionado mucho y están más liberadas en lo sexual que el resto de las europeas. Es lo que se llama el efecto rebote.
P.- Detalla usted en su libro las acciones específicas contra la mujer llevadas a cabo por el bando triunfador: violación, abusos de todo tipo, violencia, secuestro de sus hijos… Miles de niños con padres republicanos fueron segregados y educados a favor del régimen en instituciones religiosas y/o entregados a familias simpatizantes del régimen. Luego esa práctica ha continuado hasta la década de los ochenta con familias desfavorecidas. ¿Quedan hoy muchos españoles que no conozcan su verdadera identidad?
E. G. Hay muchos más de los que podíamos sospechar. En un primer momento ocurrió como ahora estamos viendo que pasó en Argentina: robaban a los bebés, mataban a los padres opositores al régimen y entregaban a los niños a sus simpatizantes o a instituciones religiosas. Eso evolucionó con el tiempo y algunos quisieron hacer negocio y siguieron quitando niños a familias con pocos recursos a las que se decía que el niño había muerto. También con falsas propuestas de ayuda sustraían los hijos a madres en dificultades, principalmente solteras embarazadas a las que rechazaban hasta sus propias familias. Monjas como sor María Gómez Valbuena, hasta la fecha, única imputada por el robo de bebés, había en clínicas de toda España. Y detrás, muy probablemente, toda una trama de notarios, enfermeras y médicos como el doctor Ignacio Villa Elizaga vinculado al Opus, vocal de la Comisión Deontológica del Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madrid y padre del actual director general de Radio Televisión Castilla–La Mancha, Nacho Villa.

P.- La impunidad ha sido hasta hoy la regla para tratar a los responsables de esas barbaridades. Como psiquiatra, ¿la mejor mentira es preferible a la peor verdad?
E. G. Todos necesitamos saber de dónde venimos y cuando la mentira ha formado parte de lo cotidiano, más si cabe. La sospecha y la curiosidad que sienten los que han sufrido esas situaciones les obliga a buscar. Es preciso madurar la situación. Al principio, puede ocurrir que al enfrentarse con los hechos, los hijos o nietos rechacen a su familia biológica. Con el tiempo, la verdad es mejor siempre, por dolorosa que sea.
Lo mismo les sucede a quienes buscan a sus familiares en las cunetas donde fueron asesinados en la guerra y posguerra española. Necesitan saber, cerrar esa brecha afectiva. El rechazo de un sector de la población se produce porque ese pasado pertenece a los hijos y nietos de los vencidos, pero también a los descendientes de los vencedores.
P.- En el libro abundan los testimonios de mujeres de todas las edades republicanas o familiares de republicanos a las que se rapaba el pelo al cero y se las obligaba a ingerir aceite de ricino como medida represiva. La cabellera femenina parece que sigue siendo objeto de todo tipo de controversias. Hoy se critica la costumbre de cubrirse el cabello con velos a las mujeres musulmanas pero, hasta hace unas pocas décadas, las españolas debían acudir a la iglesia con velo. ¿Qué significado psicológico tiene el cabello femenino que causa tantas proyecciones? ¿Es comparable la represión que sufrían entonces las españolas con la que sufren hoy las musulmanas?
E. G. El cabello de la mujer es un signo de feminidad y por eso se ensañaron tanto los fascistas rapándolas. A las Trece Rosas, antes de asesinarlas, las pelaron al cero. Los franquistas consideraban que no merecían ser mujeres, ni tener su apariencia.
Las mujeres españolas usaron velo durante varias décadas para entrar en las iglesias. El control social sobre su atuendo fue tremendo; debemos recordar también el luto riguroso que usaban muchas mujeres en los pueblos. Los pañuelos que cubrían sus cabezas… Con un poco de mala suerte, toda la vida de negro, con lo que eso suponía, de no poder participar en ninguna diversión… Hay mucha hipocresía. Nadie critica a una monja porque vaya tapada por una cuestión religiosa. Sin embargo, a una niña se le prohibe asistir al instituto porque lleva velo. No se puede acabar con esto por decreto. Solo es cuestión de tiempo y cultura que esas chicas se liberen voluntariamente de las imposiciones religiosas. Lo hicimos aquí. La sociedad europea es cada día más laica. Mucho más que EEUU y, desde luego, que los países musulmanes.
P.- Hay quien siente cierta nostalgia por la castradora y rigurosa educación que recibieron las mujeres españolas durante varias décadas con el franquismo. La Iglesia, que cuenta con la mayor subvención del estado para educar a la infancia en este país, reclama el retorno a viejas tradiciones. Los más integristas incluso han vuelto a segregar en las escuelas a niños y niñas. ¿Qué le parecen esas opciones desde el punto de vista psicológico?

E. G. Nefasta. Es volver a introducir el germen de la guerra de sexos. Convertirán a esas niñas y niños en monstruitos con problemas psicológicos. Los padres y los políticos que invierten dinero público en esto serán los responsables.

miércoles, 4 de julio de 2012

MURIÓ EL BRIGADISTA THÉO FRANCOS







Ha muerto hace unos días, THÉODORO FRANCOS. Publicamos a continuación, un sencillo obituario redactado por el compañero Aitor Fernández, ciertamente tristes e indignados por el lamentable hecho, de casi ningún medio de comunicación, ha reseñado la noticia. Théo Francos, brigadista frances y combatiente antifascista, que llegó a sufrir hasta un fusilamiento y participó en las misiones antifascistas más heroicas, murió en Bayona (Francia) hace unos días. La ASOCIACIÓN PARA LA RECUPERACIÓN DE LA MEMORIA HISTÓRICA DE EXTREMADURA. (ARMHEX), lamenta profundamente el fallecimiento de este gran luchador, sobre todo porque poco a poco por cuestiones biológicas, van desapareciendo estos protagonistas de nuestra historia silenciada durante tanto tiempo, sin un público y completo homenaje, de toda la sociedad española.
Hasta siempre, Théo.



Hijo de trabajadores españoles emigrados a Francia, vivió siempre en Bayona. Militante comunista desde los 16 años. Al comienzo de la guerra viajó a Madrid para luchar con el 5º Regimiento y, más tarde, con la XI Brigada Internacional, donde ejerció de comisario político. Al retirarse las Brigadas Internacionales, continúo la lucha en el Ejército republicano y fue hecho prisionero. Fue a parar al campo de concentración de Miranda de Ebro. En 1940 logró salir del país y se unió a los aliados como paracaidista. Intervino en las batallas más importantes de la Segunda Guerra Mundial. En Holanda fue capturado y fusilado sin éxito. Tuvo hasta su muerte una bala alojada en el cuerpo, junto al corazón. Siempre fue un  antifascista.

Para mí Théo Francos (1914-2012) ha muerto tres veces. La primera vez, el día que lo fusilaron y milagrosamente sobrevivió. La segunda, hace dos días, a sus 98 años en su casa de Baiona. La tercera ha sido hoy, cuando he podido comprobar que su muerte no aparece en ningún medio español.
Por AITOR FERNÁNDEZ.
En vista de que ni un jodido medio español se ha dignado a escribir cuatro líneas por tu muerte, Théo, me pongo a escribirlas yo, una persona sin apenas formación de redactor periodístico, pero a la que la rabia en el corazón le sigue moviendo a hacer muchas cosas, esta vez por la impotencia de comprender  que, en realidad, a nadie le importa cuántas veces arriesgaras tu vida por defender la causa antifascista, y digo causa porque defendiste la causa, la humanidad, por encima de nacionalidades y banderas. Yo te conocí y pude abrazarte, aunque quizá al salir de la ciudad no te acordaras ya nunca más de mí, pues tu memoria estaba completamente desdibujada, lo que no me impidió ser testigo de tu grandeza.
Théo Francos en 1937
A lo que voy. Desde que conocí tu historia, Théo (contada por primero por la ARMH y leída luego por los textos de Sofía Moro) quise conocerte, pero fue dos años después cuando tuve la oportunidad. El verano pasado viajé a Baiona, en el penúltimo viaje del proyecto “Vencidxs”, para descubrir en ti a un hombre mucho más pequeño de lo que había visto en las fotos y vídeos, mermado por la vejez y la memoria, pero aún así excepcional y humano. Un idealista de verdad, que vino a luchar a España para derrocar el fascismo, aunque el Partido Comunista te lo impidiera, con muchos más voluntarios que se llamaron las Brigadas Internacionales. “¿Cuál es la razón del fascismo, Théo?” “Es la explotación -a pesar de todo tenías momentos de lucidez), a mi padre en Valladolid le hacían trabajar toda la noche con un trozo de pan y de cebolla.” Supongo que a eso querrían que volviéramos, y supongo que por eso tú no sales en los medios hoy.
El miedo nunca se separó de ti. Pero eso no te impidió hacer grandes cosas. Me dijiste que “a veces te despertabas por la noche y llorabas como un chaval”, supongo que recordando lo que te parecería el fin del mundo, o más bien, el fin de la humanidad, cuando te enterraban hasta la cintura para torturarte, en el campo de concentración de Miranda de Ebro, dándote latigazos a pleno sol y teniéndote así días enteros. “A veces pienso cómo pude aguantar tanto. La gente, desde fuera del campo, me tiraba comida o agua, que mis compañeros me daban cuando podían.” Eso fue la represalia por haberte fugado del campo. Por las alcantarillas. Porque las Brigadas se habían ido, pero tú te quedaste para seguir luchando, incluso cuando todo estaba perdido. “Eran los mismos presos los que construíamos el campo –me contaste de forma dispersa- pero no nuestros barracones, nosotros dormíamos a la intemperie. Construíamos para los soldados, incluso les hicimos una piscina” Y mientras, seguían exterminando a tus compañeros.
Cuando te liberaron pensabas que volvías a casa a descansar. Pero al llegar viste Baiona tomada por los nazis. “Me escapé en el puente, vi a mi madre de lejos, pero no me pude despedir de ella.” Porque entonces comenzó una nueva odisea para ti, aunque en realidad era la misma: seguir combatiendo el fascismo. Te alistaste como paracaidista en el ejército inglés y en la nueva guerra te esperaban las experiencias más duras de tu vida. Tuviste que matar a un compañero gravemente herido, que no tenía el coraje suficiente para tomarse la pastilla de cianuro que llevábais. En otra misión, al saltar, tu paracaídas quedó atrapado en el ala del avión: “Lo corté con el cuchillo como pude, y llegué bien a tierra. Me descontaron el coste del paracaídas del sueldo del mes.” Pero creo que lo peor fue cuando te fusilaron. A mí me parecía increíble. Viviste un fusilamiento, y por ello llevaste alojada una bala a unos centímetros del corazón toda tu vida. Te pregunté qué pensabas en esos momentos: “No sabes lo que está pasando, si es verdad o no. A veces te herían para que sufrieras antes de morir.” Pero tú no moriste, y te salvaron al día siguiente una pareja de campesinos de la resistencia.
Pero también conociste la bondad humana, como aquellos campesinos, o los ferroviarios que te tiraban comida, o las muchachas que te escondieron en el granero: “Especialmente me quedaba impresionado por la solidaridad de las mujeres, salvé mi vida muchas veces gracias a ellas.” Mujeres idealistas y valientes. En Stalingrado te adentraste 30km en las líneas enemigas con una muchacha rusa de 19 años para volar puentes e impedir el avance nazi. La reencontraste setenta años después, ella tenía noventa y tu hijo le decía que no te apretara tan fuerte, que te iba a matar del abrazo.
Y así ha sido tu vida, Théo. Me hablaste lentamente de tu bisnieto, perdido en una amalgama de recuerdos que te costaba ordenar. “Papi, tienes que llegar a los 100, te decía. Quizá disfrutabas de él porque no podías haberlo hecho con tu hija, a la que conociste con 20 años por todo lo que tuviste que trabajar: “Al principio nadie me daba trabajo, así que tuve que viajar y trabajar fuera, ocupando más de treinta puestos de trabajo diferentes.” Me imagino que moriste en paz, aunque algo apenado porque veías el fascismo “volviendo a levantar cabeza”. Espero no tener que vivir las terribles experiencias que tú tuviste que vivir.
Conclusión. Y después de todo ¿para qué? -como me dijo también Concha Carretero- Toda esa gente que fue asesinada, que defendió la libertad de generaciones que ni conocerían después, que ha pagado con su juventud y con su vida todos y cada uno de los derechos que ahora tenemos y que estamos dejando perder uno a uno. ¿Para qué? Para que ningún medio dedique un par de líneas a tu muerte. Ni Rajoy, ni la selección española de fútbol, ni la prima de riesgo merecen la mitad del espacio que debieras de ocupar en los medios. Así que, habiéndolo escrito más mal que bien por lo que te pido perdón, primero por no poder dedicarte todo el tiempo que te mereces, y segundo, avergonzado, porque no es éste el medio principal donde tu muerte debiera figurar. Un general español una vez te preguntó: “¿Tú no tienes madre? Porque no es normal que una persona realice tantas misiones” “Sí, señor, la tengo, lo hago por convicción” Te contestó muy seguro de sí mismo: “Pues quédate conmigo, porque por lo menos salvarás tu vida. Cuando acabe la guerra, no te van a agradecer nada.” Y era verdad.



lunes, 2 de julio de 2012

Murió el Brigadista Internacional Víktor Lavsky



El  Teniente General de Aviación retirado, Viktor Mijáilovich Lavsky falleció el día 19 de junio de 2012.
La Presidenta de AGE y Vicepresidenta de la Asociación de Voluntarios soviéticos en España, Adelina Kondratieva, única veterana con vida en Rusia, nos hace llegar estas notas sobre la vida de combatiente de Víctor Mijáilovich:
Nació el 19 de octubre 1914 en la región de Donetsk Makeevka (Ucrania).
Estudió en el Instituto de Transporte Ferroviario de Dnepropetrovsk.
En 1933 se ofreció como voluntario para el Ejército Rojo y se le pidió ampliar sus estudios en la escuela de vuelo de Jarkov. Después de superar la capacitación en la especialidad de "piloto-observador" con el rango de teniente, fue enviado a servir en el Regimiento de Bombarderos en Smolensk.
En 1937 Víctor Lavsky llegó a España como voluntario para luchar en la defensa de la República, donde realizó cerca de noventa misiones de combate en tierras españolas combatiendo en el aire a la aviación fascista. Regresó a casa en 1938.
Desde 1939 a 1941 estudió en la Academia de la Fuerza Aérea, NE Zhukovsky mientras participaba en la guerra soviético-finlandesa, en la que consta que llevó a cabo cerca de veinte incursiones.
Durante la Gran Guerra Patria Lavsky luchó en el Sur-Oeste, Stalingrado y los frentes ucranianos.
Después de la guerra fue nombrado primer oficial del Jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea de servicio.
En 1950 era un especialista en combate con experiencia y fue nombrado piloto mayor de la aviación militar de la expedición "Norte-5".
Lavsky también voló en repetidas ocasiones al Polo Norte. Durante la ejecución de esta tarea única fue condecorado con la Orden de la Bandera Roja.
En los años 1952-71, Lavsky fue piloto mayor,  Jefe de las Tropas Fronterizas de líneas de defensa Antes de retirarse a la reserva en 1974 estuvo en el cargo  de Jefe del Departamento navegante de la Fuerza Aérea de la Academia de Ingeniería.
Fue profesor de la Academia de Ciencias Militares, presidente de la Asociación de voluntarios soviéticos en España y de la organización pública Inter-regional de veteranos discapacitados y del servicio militar en Rusia.
Además de las seis órdenes de la Bandera Roja, fue galardonado con tres órdenes de la Guerra Patria, cuatro órdenes de Estrella Roja, Orden del Mérito y Orden de Bogdan Khmelnitsky.
Después de 70 años, en una reunión de veteranos interbrigadistas, dijo que todos los voluntarios durante la Guerra Civil, 1936-1939, incluyendo los de la Unión Soviética, llegaron a España sólo para hacer justicia y luchar por el legítimo gobierno de la República:
"Ahora hay muchas personas que quieren reescribir la historia. Llegamos allí para proteger la democracia y luchar contra los rebeldes y sus aliados. Hemos luchado contra el fascismo y por la libertad en España ...".
Esa guerra civil en los cielos de España perdió uno de cada cuatro pilotos. En el obelisco, que se encuentra en Madrid, en el cementerio de Fuencarral, para recordar a los internacionalistas soviéticos, hay grabados 198 nombres.
Lavski. estuvo más de 35 años participando activamente en el movimiento de los veteranos, lo que le lleva a la organización interregional pública de los inválidos de guerra y a la Presidencia de la Asociación de voluntarios soviéticos en España, como miembro del Comité Ruso de Veteranos de Guerra Ahora, la Vicepresidenta de la Asociación, la teniente mayor Adelina Kondratieva, asumirá la presidencia a sus 95 años.
Víctor, como a él le gustaba que le llamáramos los socios y amigos españoles, era un hombre de carácter serio, riguroso y con un gran sentido de la justicia y la solidaridad.
Las reuniones y encuentros de los que pude participar en el Comité de Veteranos en Moscú, durante los últimos quince años, estaban impregnados de cariño, combate por las reivindicaciones y un sentido del humor muy especial, de ese que ahora ya no existe o es diferente.
Recuerdo cuando tuvo lugar la reunión en la Embajada Española en Moscú a propósito de la llegada de la entonces ministra de Cultura, Esperanza Aguirre. Desde AGE convocamos a los niños de la guerra y a los Brigadistas Internacionales y demandamos que nos recibiera. El general Lavsky, de uniforme militar y con las condecoraciones, habló el primero, traducido por el capitán de navío Amozov. Creo que la ministra nunca se habrá visto en ninguna situación parecida. No sé con quien esperaba encontrarse la ministra pero aseguro que, sin dejar de decir las auténticas verdades de las reivindicaciones pendientes, allá por el año 1998 o 99, el acto fue toda una lección de cortesía y protocolo, digno de ser considerado en los estudios diplomáticos. Personajes como Lavski, Adelina, Amozov, Alberto... son ya parte de ese mundo que se muere haciendo que nazca otro con una estrategia de resistencia y solidaridad, basado en aquellos valores que nos legaron.
Tuve el honor de recibir varias condecoraciones de su mano, la última en noviembre del año pasado, ya estando él convaleciente de su caída, con motivo del 70 aniversario de la guerra patria. Fue la última vez que le vi.
Encabezó la delegación rusa que llegó a España para asistir al gran homenaje que hicimos a los brigadistas internacionales en 1996, con motivo del 60 aniversario de su llegada a España en defensa de la República. Todos le recordaremos siempre.

 Dolores Cabra